Jan Matejko es
considerado el mejor pintor polaco de todos los tiempos, y fundador de la
escuela nacional de pinturas históricas. De origen polaco germano, vivió entre
1838 y 1893, fue octavo hijo de once.
Toda su vida estuvo inmerso en una época en la que Polonia experimentaba una
profunda crisis social y política resultado de la ocupación austriaca y rusa.
Durante su infancia presenció el bombardeo de Cracovia por parte de los
austriacos (1848) que puso fin a la 'libertad' de la ciudad como respuesta a
los intentos de liberales y nacionalistas polacos que pretendían revertir las
consecuencias de la anterior revolución burguesa de 1830, la cual al ser
sofocada, dió paso un proceso de avance del Imperio Austro Húngaro al oeste y rusificación
al este con el que se pretendía tener un control más efectivo del territorio
polaco recién anexado al Imperio Ruso.
Entre 1852 y 1858 estudió en la
Escuela de Artes de Cracovia. En 1859 viajó a Münich donde fue discípulo de Hermann Anschütz (1802-1880), pintor
alemán asociado a la escuela de pintura de Düsseldorf. A su regreso a Polonia
apoyó el levantamiento o insurrección enero, 1863, mediante contribuciones
económicas pues su salud era muy delicada. Al año siguiente contrajo matrimonio
y se unió a la Sociedad Científica de Cracovia. En la exhibición mundial de
París de 1867 fue galardonado con la medalla de oro por sus pinturas, al ser
consideradas por los críticos franceses como las más representativas pinturas
históricas europeas, lo que a su vez le valió un amplio reconocimiento
internacional.
La
importancia de sus obras radican en el alto contenido histórico que poseen,
mucho más exacerbado tras la derrota del levantamiento de enero, ya que apelaron
a la identidad nacional y a un pasado lleno de grandes victorias e influyentes
personajes. Matejok también realizó muchas
obras de carácter religioso, toda su producción en cuanto a pinturas de temática histórica se encuentra dividida en dos grupos: el primero, responde a la necesidad de crear y consolidar una conciencia nacional,es decir, resaltó una identidad basada en un pasado
común que diferenciaba a los polacos de otras grupos europeos, esto lo
plasmó por medio de representaciones de enfrentamientos bélicos contra
ellos; El segundo grupo es resultado directo de la insurrección de enero y la
política rusa que le siguió, según explica Geoffrey Bruun al referirse al
cambio en la política interna del Zar Alejandro II (1855-1881) de unas reformas
medianamente liberales a un conservadurismo muy marcado: Esto causó que la
represión a otras formas de nacionalismo y de resistencia antirusa fueran
mucho más intensas que antes.
"...el estallido de una revolución en Polonia
(1863) intimidó al zar liberador, y a medida que su gusto por los experimentos
disminuyó los eslavófilos recuperaron su influencia. Habían considerado que la
civilización de la Santa Rusia era una cultura excepcional, y pensaban
que debía dejarse evolucionar la sociedad rusa conforme a sus propias normal
sociales y religiosas y que no se le debían imponer tradiciones occidentales.
Hacia 1867, los ideales de Ortodoxia, Autocracia y Nacionalismo iban
recuperando su influencia y la esperanza de nuevas reformas de
eclipsó..."
A partir de
este momento las obras de Jan Matejko se caracterizaron por resaltar
famosos eventos de la historia polaca que no entraban directamente en relación
con la dominación rusa, probablemente por temor a represalias. Representó
grandes batallas desde Boeslao I, la Unión Polaco Lituana, el levantamiento de
los cosacos ucranianos contra la Sociedad Mancomunada y una colección de
retratos de reyes polacos que realizó en sus últimos años de vida
La batalla de Grünwald (1878)
En cuanto a la pintura como tal, es un óleo que se encuentra en el Museo Nacional de Varsovia. Matejko la realizó entre 1872 y 1878. En el centro de la pintura se representa al Gran Duque lituano Vitautas el Grande, primo y regente del rey polaco Vladislao II, liderando la caballería y la muerte del Gran Maestre Ulrich von Jungingen.
La
batalla de Grünwald (1410), fue un enfrentamiento entre la Orden
Teutónica y los ejércitos de la Unión Polaco Lituana. El interés de los
teutones era anexar Samogitia (territorio del Gran Ducado de Lituania ubicado
en costas del báltico en la actual lituania) para unirse con la Orden de
Livonia (asentada en la actual Estonia y Letonia). A pesar de que su argumento
de evangelizar a los lituanos había quedado desvirtuado después de la
conversión de su rey Vitautas el grande y la cruzada emprendida contra los
mongoles -apoyada por el papa Bonifacio IX-, los teutones atacaron.
El
resultado de la batalla fue una clara victoria de la Unión Polaco Lituana pues los
más altos cargos de la orden fueron muertos o
capturados, mientras que los soldados de a pie fueron masacrados por
no tener la posibilidad de ofrecer un rescate. Se calculan 12.000 víctimas
mortales, y alrededor de 14.000 prisioneros teutones. Este revés, le costó a la
Orden un pago anual de 5 toneladas de plata durante 5 años, y el pago a
mercenarios para la defensa de lo restante de sus posesiones prusianas
que terminó por minar su poderío económico al
interactuar en el comercio de la Liga del Hansa, y político al
no contar con la suficiente fuerza militar para imponer sus
intereses. Para los lituanos y polacos sentó las bases para una posterior unión
dinástica y estatal (Sociedad Mancomunada Polaco-Lituana) y consolidación como
estados fuertes en el este de Europa en la baja Edad Media.
Muerte del Gran Maestre (detalle)
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Vitautas el Grande (Detalle)
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Conclusión
El
interés de Jan Matejko a partir de 1863, año en que se ve frustrado
el levantamiento de enero, fue resaltar el glorioso pasado que tuvo
Polonia y para ello recurrió a la puesta en escena de batallas y hechos
históricos relevantes que conformaron y consolidaron al estado polaco. Esta
obra hace parte de un conjunto de pinturas que creaban una conciencia nacional
y educaban a la población sobre su historia común, por lo que fue una forma de
resistencia ante el proyecto ruso de eliminar la cultura polaca e implantar la
propia para uniformizar su imperio.
Este
es un ejemplo de cómo una obra pictórica fue utilizada, y puede serlo, en
función de la enseñanza de la historia con unos fines muy bien establecidos
(mantener la construcción mental de la nación, la pertenencia a un
grupo específico y buscar la construcción de un
estado nación). En este caso las pinturas de Matejko aportaron
elementos a los polacos para aferrarse a su identidad frente al intento de
rusificación emprendido por el Zar.